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El Comercio Pirata


En agosto pasado el popular escritor chileno y autor del éxito de ventas “Historia Secreta de Chile”, Jorge Baradit, publicó en su cuenta de Facebook una serie de reflexiones sobre el comercio ilegal, luego de ver en la calle el libro “Andinia: La catedral antártica”, del también escritor chileno, Francisco Ortega, nada menos que tres días antes de su lanzamiento oficial.

En su texto realiza una fuerte crítica a los “vendedores piratas” aludiendo al trabajo que hay detrás de cada libro (escritor, editores, revisores, diseñadores, ilustradores, etc.), catalogando como un robo el que su libro sea pirateado para ser vendido en el comercio ilegal.

“No me siento halagado cuando veo un pirata mío en la cuneta, me siento robado, a mí y a los diseñadores, ilustradores, editores, correctores, escritores y toda la enorme cadena de esfuerzo y trabajo que un libro requiere para salir a la calle… Porque esto no es una viejita con un mimeógrafo en su casa tratando de parar la olla, es un tiburón con una empresa clandestina instalada con maquinaria, redes de distribución y corrupción que asalta a escritores, uno de los componentes más débiles de la producción artística y cultural chilena”, señalaba el escritor en su reflexión.

La producción y venta de libros piratas en los últimos 25 años en Chile, ha hecho un daño estructural enorme vulnerando los derechos de los creadores y de todos quienes son parte de la cadena virtuosa que trabaja para la producción literaria y cultural chilena. Hasta el día de hoy no faltan quienes justifican este tipo de comercio aludiendo a los precios de los libros y argumentando mejorar el acceso a la lectura, pero ello es un mito y una falacia. Cuando hablamos de un producto pirateado lo que se configura es un “robo” de los derechos emanados de la propiedad intelectual además de una defraudación de impuestos y de otras vulneraciones a la legislación. Por ello los costos de los productos falsificados o pirateados son bajísimos y se pueden vender casi a cualquier precio.

Es imposible entonces competir con quienes roban y soslayan todas las obligaciones comprendidas en cualquier emprendimiento, que sí cumple con las obligaciones que imponen las leyes que nos rigen. La causa del crecimiento de la piratería y el comercio ilegal es otra y se encuentra en el desdén y la tolerancia que se ha tenido con este tipo de comercio, siendo el principal responsable el estado que no ha realizado una acción coherente y efectiva para frenar su desarrollo y crecimiento.

El acceso a la lectura pasa por la aplicación de una política integral sostenida en el tiempo, que incluya más y mejores bibliotecas públicas, apoyo al sector para viabilizar la creación y desarrollo de librerías a lo largo del país, proyectos de fomento para robustecer la industria y la edición de libros chilenos, estimular la creación, eliminar el IVA a los libros o reducirlo drásticamente y por cierto trabajar para poner en valor a nuestros autores y creadores cuyo trabajo es sustento y sustrato cultural de nuestra sociedad. Es en este contexto que podemos aspirar a un cambio cultural donde se tome conciencia del daño que hace la piratería y se valore y eduque en torno al respeto de los derechos de autores, ilustradores, diseñadores, fotógrafos y editores entre otros.

En Chile la piratería de bienes relacionados con la propiedad intelectual supera anualmente un comercio ilegal equivalente a varios cientos de millones de dólares donde la música, videos, películas, libros y software ocupan los primeros lugares entre los sectores afectados.

Que nadie se equivoque, la experiencia de años nos dice que detrás de este comercio ilícito no hay benefactores, ni menos personas motivadas por el desarrollo cultural o la educación de los demás, muy por el contrario, se trata de financistas, inescrupulosos que mediante la asociación ilícita lucran usurpando el trabajo de otros.

Es hora que el estado y los gobiernos de turno no hagan más “vista gorda” y creen de una vez condiciones efectivas para que entre todos logremos, también en esta materia, avanzar hacia el país que queremos.

Eduardo Castillo

Ex presidente Cámara Chilena del Libro

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