Haciendo un poco de historia, la construcción original de este edificio fue encargada por Augusto Bruna a Julio Bertrand Vidal, un joven arquitecto que asumió la dirección de la obra cuando recién había terminado sus estudios en París. Bertrand Vidal era un hombre destacado en la sociedad chilena por su elegancia, refinamiento y grandes dotes como concertista en piano, cualidades que le significaron gran reconocimiento en aquellos años.  

Perteneció además al “Grupo de los Diez” un relevante movimiento cultural y artístico que se formó a inicios de siglo, constituyéndose en el primero de este tipo en nuestro país.  Fue precisamente su afiliación a ese grupo lo que unió a Bertrand con el poeta y Premio Nacional de Literatura, Pedro Prado, quien -debido a su amistad con el arquitecto- finalizó la obra tras el prematuro fallecimiento de Bertrand.

El diseño de Bertrand aprovechó con gran lujo los 2.415 mt² construidos del edificio, imprimiendo a éste un estilo renacentista italiano, propio de aquella época.